La ficción en la vida diaria suele ser subestimada. A menudo creemos que las narrativas ficticias sólo tienen lugar en la literatura o las artes. Sin embargo, es fundamental comprender que la ficción impregna nuestro día a día de maneras sutiles pero significativas.
Empecemos por lo más básico: la ficción no es sólo una creación artística. Es una herramienta que nos ayuda a responder el caos de la vida, proporcionándonos "experiencias pensadas" que modelan nuestras acciones y elecciones.
La ficción no es monopolio de grandes artistas o escritores. Cada uno de nosotros participa en la creación y diseminación de ficciones. Estas "ficciones ordinarias", como podríamos llamarlas, son distintas de las narrativas artísticas o literarias. Son historias que nos contamos a nosotros mismos y a los demás, sin la intención de crear una obra de arte.
Estas ficciones tienen roles muy prácticos: nos ayudan a entender el mundo que nos rodea, a tomar decisiones y hasta a prever futuros posibles.
Las ficciones tienen una calidad "performativa"; no son sólo representaciones, sino actos que tienen un impacto real en nuestras vidas. Por ejemplo, si visitas a un adivino que predice que encontrarás un gran amor, esa predicción afectará tus futuras acciones y decisiones, independientemente de si es cierta o no. En otras palabras, la ficción tiene el poder de alterar la realidad al insertar posibilidades en nuestro espacio-tiempo.
Estas ficciones ordinarias son fundamentalmente sociales y relacionales. Ya sea en la interacción entre un adivino y su cliente, entre un jugador y su personaje en un juego de rol, o incluso en la relación entre un niño y su amigo imaginario, las ficciones nos ayudan a establecer relaciones y a crear significados comunes. Son herramientas que utilizamos para negociar nuestra comprensión de la realidad y del futuro, y por lo tanto, tienen un carácter democrático y colectivo.
No podemos ignorar el aspecto político de la ficción. La manera en que las narrativas son construidas y utilizadas puede tanto liberar como oprimir. En un mundo donde la ficción es a menudo utilizada para manipular y controlar, es importante que aprendamos a usar estas herramientas para nuestro propio empoderamiento.
Esto se puede lograr reescribiendo activamente nuestras propias historias, rescatando relaciones deterioradas, o incluso creando espacios de resistencia contra normas sociales opresivas.
La ficción es una parte vital de nuestras vidas, es democrática, relacional y está profundamente arraigada en nuestras experiencias cotidianas. Reconocer y entender este poder de la ficción nos ofrece nuevas formas de ver el mundo y de actuar sobre él.
Reflexión: El Poder Pragmático de la Ficción
Tradicionalmente, se considera que la ficción es una mera evasión de la realidad, un entretenimiento que nos permite soñar con mundos diferentes. Sin embargo, esta perspectiva simplista no tiene en cuenta el impacto real que la ficción puede tener en nuestra psique y en nuestra acción.
La ficción tiene el poder de reestructurar nuestra visión del mundo, entramos en una especie de "modo de simulación", donde exploramos escenarios, personajes y eventos que no forman parte de nuestra realidad inmediata.
Este ejercicio mental nos permite reexaminar nuestras propias creencias, valores y prejuicios.
A través de este ejercicio, el objetivo es reconocer el papel activo que la ficción desempeña en nuestras vidas y también aprender a emplear esa fuerza de manera más consciente y deliberada.
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