
¿Qué es el Consentimiento y la Capacidad?
El consentimiento y la capacidad son dos conceptos fundamentales cuando hablamos de salud y decisiones que implican tratamientos, especialmente en contextos de dependencia química. El consentimiento implica la autorización que una persona da para un tratamiento o acción, mientras que la capacidad se refiere a la habilidad de esa persona para entender las consecuencias y tomar decisiones informadas sobre su propia salud.
En la práctica, esto significa que, para que una persona pueda consentir válidamente en un tratamiento, debe tener la capacidad mental para comprender lo que está en juego. Cuando hablamos de la crisis de los opioides, esto se vuelve aún más complicado, ya que la dependencia puede afectar la capacidad de tomar decisiones racionales.
La Crisis de los Opioides: El Papel de los Tratamientos versus el Tráfico de Drogas
En tiempos de epidemia de opioides, como la actual, médicos e investigadores se centran en ayudar a las personas gravemente adictas mediante medicamentos como la metadona y la buprenorfina, que pueden reducir la dependencia de drogas peligrosas, como la heroína. Por otro lado, existen traficantes que también ofrecen drogas, pero con el objetivo de explotar las vulnerabilidades de esas mismas personas.
Aquí vemos un contraste importante: mientras que los profesionales de la salud buscan mejorar la capacidad de decisión y la autonomía (capacidad de actuar de forma independiente) de los individuos, los traficantes hacen lo opuesto, manipulando a esas personas para obtener ganancias. En el fondo, ambos tratan con la misma población, pero con intenciones muy diferentes.
El Concepto de Vulnerabilidad y Capacidad de Decisión
Las investigaciones muestran que los traficantes muchas veces ven a sus clientes como personas capaces de tomar decisiones, pero la cuestión es: ¿realmente tienen la capacidad de tomar decisiones informadas?
Por ejemplo, en el Reino Unido existe el modelo de tráfico de drogas conocido como "county lines", donde los traficantes se trasladan de áreas urbanas a zonas rurales, explotando a poblaciones vulnerables. Muchas de estas personas son dependientes de drogas como la heroína o el crack. Aunque puedan ejercer cierto grado de autonomía, esto no significa que sus decisiones sean plenamente conscientes o libres de manipulación.
En la práctica, lo que podemos extraer aquí es que la vulnerabilidad es explotada por los traficantes, quienes se aprovechan de la severa dependencia. Estos traficantes saben que sus clientes seguirán consumiendo, incluso con el riesgo de sobredosis o muerte. No les interesa si estas personas pueden tomar decisiones racionales, solo la continuidad del consumo.
La Visión de los Traficantes: Autonomía versus Capacidad
Los traficantes, desde su perspectiva, perciben que, aunque sus clientes tengan momentos de duda o intenten evitar el uso de drogas, muchos terminan volviendo a consumirlas. Esto nos lleva a una reflexión importante: ejercer una elección no significa tener la capacidad plena para decidir.
Aunque una persona elija consumir drogas, esa decisión no es necesariamente una elección libre, en el sentido de que puede estar "atrapada" en la dependencia, incapaz de evaluar los riesgos de manera equilibrada. La adicción afecta la capacidad de juicio, y aquí es donde entra la distinción entre elección y capacidad.
Teorías de la Elección y el Modelo de Enfermedad de la Dependencia
Existen diferentes formas de entender la adicción. Una de ellas es la teoría de la elección, que sugiere que las personas adictas continúan usando drogas porque eligen hacerlo, reaccionando a incentivos y razones. En este sentido, el comportamiento adictivo se ve como una forma de decisión, incluso si es una decisión "subóptima" (es decir, una elección perjudicial).
Por otro lado, el modelo médico o modelo de enfermedad trata la adicción como algo que afecta el cerebro, dejando a la persona incapaz de resistirse al uso de drogas. La teoría de la elección critica esta visión, argumentando que las personas tienen agencia (capacidad de actuar) y que el uso de drogas es una elección consciente, no solo una compulsión.
Sin embargo, lo que estas teorías ignoran es el hecho de que tomar una decisión no implica automáticamente que la persona tenga la capacidad de tomar decisiones informadas. Aquí está la diferencia: alguien puede tener agencia, pero eso no significa que su capacidad para entender las consecuencias de esa elección esté intacta.
Aplicación en la Vida Práctica: Entendiendo la Capacidad en el Día a Día
En la práctica, ¿qué significa todo esto? Para quienes trabajan o conviven con personas dependientes de sustancias, es importante entender que la capacidad de una persona para tomar decisiones puede estar comprometida. Aunque alguien decida seguir consumiendo drogas, esa decisión puede estar influida por factores como la compulsión, la dependencia física y psicológica, y la falta de alternativas viables.
Cuando un profesional de la salud o un familiar interactúa con una persona en situación de dependencia, es esencial evaluar si esa persona tiene la capacidad de tomar decisiones informadas. Esto puede incluir un análisis de su capacidad para entender los riesgos, los beneficios y las consecuencias de seguir usando drogas o de buscar ayuda.
Capacidad, Vulnerabilidad y la Ética del Tratamiento
Para comprender, cuando hablamos de adicciones severas, especialmente en el contexto de los opioides, es fundamental no confundir elección con capacidad. Aunque una persona pueda parecer que ejerce su libre albedrío, su capacidad de tomar decisiones informadas puede estar gravemente afectada por la adicción.
Esto es importante para los profesionales de la salud, los familiares e incluso para la sociedad en general, al pensar en las políticas públicas y el tratamiento de las adicciones. Entender la diferencia entre consentimiento y capacidad es necesario para ofrecer intervenciones que realmente ayuden a las personas a recuperar el control de sus vidas, en lugar de simplemente tratar la adicción como una cuestión de elección o moralidad.
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